Desayunos del viaje
- mferreror

- 25 jun 2024
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 11 may
Se me ocurre que la forma mas hedonista de empezar un buen día es con un delicioso desayuno. No se me ocurre nada mejor que añadir el ingrediente viaje.
Digamos, que hay que cultivar ese sentido disfrutón. Pues hacemos fotos de los desayunos. Y las coleccionamos. Incluso las repasamos (no olvides pincharlas para verlas enteras, y deslizarte a derecha e izquierda).
Los degustamos, preferentemente acompañados, y los prolongamos con interminables conversaciones, disfrutando del entorno, las vistas, los aromas y el sentimiento que confiere la sensacion de libertad de hacer lo que quieres, sin mas límite que la frase lapidaria "bueno, vamos a terminar que si no, no arrancamos". Da igual, si al final vemos una calle, un risco, o un museo menos: un desayuno es un desayuno y hay que tomarlo completamente en serio. Siempre puedes desayunar, darte un chapuzón en el lago, y volver a retomar el desayuno. No verás aquí ninguna foto de uno apresurado.
En los últimos años, colecciono desayunos. Y su recuerdo memorable. Y sus fotos. No es tanto el qué, sino el ritual, la glotonería del lugar, el mimo en la agenda (no es difícil, aunque a veces haya tenido que salir corriendo después). Hay aquí desayunos en horario de comida, y, si no llegan a la cena es porque a veces hay que recordar que cambiar de actividad es bueno. Cualquier estación del año es magnífica para dedicarse al dolce farniente de un buen desayuno, y por ello no voy a olvidar los del otoño y los del puro invierno (quién se aventuraría a identificarlos, de entre todas las coloridas fotos). Los hay copiosos, y otros más exigüos, con y sin proteínas, con vistas y encerrados, sola o bien acompañada, y en alguno hay goloso visitante inesperado.
Las voy a exponer aquí, mi galería de queridos desayunos del alma. Cierro los ojos y mi mente me lleva a empezar por los mejores y más recordados. Luego, se va deslizando poco a poco por otros, no menos suculentos, pero, quizá, algo mas lejanos, algunos que ni siquiera están aquí. De muchos, solo queda la imagen, el momento, y el sabor en mi memoria, las sensaciones que se quedaron, pues para entonces, no llevaba cámara.
Y no voy a hacer postureo, como no suelo hacer nunca: esta entrada es un puro homenaje, es un puro cultivar del placer por el placer. Para contrarrestar sus baches pasados, incluso los futuros. Y también, no lo voy a olvidar, otro homenaje a mis compañeros y compañeras de deliciosos momentos de desayunos.
Ahora, como siempre, volvemos sobre nuestros pasos y nos sentamos a desayunarnos las fotos, pero con música. Esta vez será Breakfast at Tiffany's, de Henri Mancini. Pongo la suite de la película, pues así da tiempo a recrearse en unos cuantos desayunos. Se pregunta, incluso, dónde está el gato. ¿Ya lo encontraste?
Fotos realizadas con un iPhone Xs.
Recuerdo desayunos memorables de hace décadas en Estambul y en Madrid, en Zamora y en Cuenca, en Guadalupe, o en Oporto, pero no están aquí. Sí figuran algunos de los memorables desayunos de Albania (Berat, Gjirokaster, Himare, Tirana), Aracena, Bari, Bilbao, La Herradura-Almuñécar, lago Skadar, Lisboa, Madrid, Trani, Tudela, Ulcijn, Vilamor, y Vilanova de Milfontes.
Y, aunque he compartido desayunos para no olvidar con más amig@s, no tengo fotos de todos. Aquí figuran algunas con Virginia, Javi y Javier. Y conmigo misma.





























































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