Inspiración ortodoxa
- mferreror

- 12 ago
- 2 Min. de lectura
Actualizado: hace 2 horas
La belleza del arte es cuestionable. O, mejor, es opinable.
Hay lugares de culto religioso que me han provocado una sensación visceral de rechazo debido a su opulencia, a su riquísimo esplendor, a su intención de obnubilar al visitante, diciéndole cómo es el poder de Dios, como si éste estuviera en relación con la riqueza que le representa en la tierra. Por ejemplo, el Vaticano, la basílica y las salas de sus tesoros. No es que no valore la selección de materiales exquisitos junto a la maestría de la ejecución. Es que choca con ciertos principios humanísticos que me llevan a valorar más lo que los humanos podemos hacer por los humanos, sin derrochar en las cosas materiales de representación, que, probablemente, se han hecho a expensas de numerosas vidas, o ignorando las necesidades de los coetáneos en los tiempos de su construcción y crecimiento.
(No olvides pinchar las fotos para verlas completas, y navegar a derecha e izquierda con las flechas).
Por otro lado, es innegable que este tesón de demostrar el esfuerzo que dedicamos a la veneración de, cada uno su Dios, ha conseguido realizar, hacer crecer, y conservar verdaderas maravillas, como el propio Vaticano.
En ese contexto del reconocimiento de cierto tipo de belleza material, de la armonía de las formas y los colores, los volúmenes y las penumbras, las iglesias ortodoxas tienen elementos con los que me puedo pasar el tiempo embobada. Y, desde luego, no es por la pureza de líneas, ni la economía de materiales y creaciones.
Hasta aquí mis contradicciones.
Me encanta la intimidad de las iglesias ortodoxas, incluso si el exceso de dorados raya el límite de lo tolerable.
Ahora volvemos para atrás y nos concentramos en el interior de los templos, escuchando esta música para los sentidos,
Fotografías realizadas con un iPhone Xs, durante los paseos por Bucarest.
Aparecen las iglesias, o bisericas, como la Biserica de Stavropoleos con su monasterio, la Biserica Coltei, y la Biserica Sfântul Antón.
Para Javi, con quién las descubrí y disfruté.
Mi respeto para las personas que aparecen en cualquier entrada de este blog, donde sólo quiero recoger el pulso y la vida de la calle. Si te reconoces en alguna de ellas, puedes hacer comentarios, o pedir que la retire si es tu deseo.























































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